Un brindis por el viaje del año nuevo: Entre vinos, amigos y nuevos comienzos

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Un brindis por el viaje del año nuevo: Entre vinos, amigos y nuevos comienzos

El calendario nos dice que ha terminado un ciclo, pero la sensación es muy distinta: no es un cierre, es el comienzo de un nuevo viaje. El año nuevo no es solo una página en blanco; es como una buena copa de vino que se va llenando poco a poco, con cada experiencia, con cada reto, con cada ilusión. La Despensa de Andrés, tras quitarse el vestido festivo de Navidad, recupera su esencia habitual, esa rutina bonita que tanto nos gusta. Pero este nuevo año trae consigo algo especial: un viaje apasionante que nos llevará a uno de los lugares más emblemáticos del mundo del vino. Porque, al igual que en la vida, el mejor brindis siempre es por lo que está por venir.

El año pasado marcó un antes y un después en La Despensa. Pasamos de centrarnos exclusivamente en charcutería y quesos a abrir las puertas a otro universo fascinante: el mundo del vino. Cada botella esconde un viaje, un paisaje, una historia, y este año queremos seguir recorriendo esos caminos. Con esa ilusión, la semana que viene nos embarcamos en una pequeña aventura que promete ser tan enriquecedora como un gran maridaje.


La primera parada: Bodegas Aliaga, el reencuentro con un amigo

El domingo, antes de llegar a La Rioja, haremos una parada muy especial en Bodegas Aliaga, en Navarra, donde nos espera nuestro amigo Carlos. Esta bodega familiar lleva más de 30 años elaborando vinos de autor que reflejan el carácter de la tierra navarra y la pasión por hacer bien las cosas. Sus viñedos, ubicados en el corazón de la Ribera del Ebro, producen uvas de alta calidad, como tempranillo, merlot y chardonnay, que dan vida a vinos frescos, elegantes y llenos de personalidad.

Carlos y su equipo han sabido combinar tradición e innovación, logrando vinos reconocidos tanto a nivel nacional como internacional. Volver a visitarlo es como reencontrarse con esos viejos amigos que siempre te reciben con una sonrisa y una copa llena de buenos momentos. Y así, entre anécdotas y barricas, iniciaremos este viaje, el primero de muchos que nos esperan este año.


Luis Cañas y Amaren: La pasión de una familia

Al día siguiente, ya en La Rioja, nos adentraremos en el mundo de Luis Cañas y Amaren, dos bodegas icónicas que comparten una misma raíz familiar. La historia de Luis Cañas es la historia de una pasión que se transmite de generación en generación, desde que en 1928 se produjeron las primeras botellas. Hoy, con Juan Luis Cañas al frente, la bodega es sinónimo de calidad y prestigio, elaborando vinos que expresan la esencia del terruño riojano.

Pero lo que hace aún más especial esta visita es Amaren, una bodega que nace como un homenaje a Ángeles, la madre de Juan Luis. Amaren, que significa «de la madre» en euskera, representa el amor por las cosas bien hechas y la búsqueda de la perfección en cada detalle. Sus vinos son auténticas joyas, creados con uvas seleccionadas de viñedos viejos y cuidados al máximo. Visitar estas bodegas no es solo una lección de viticultura, es una inspiración, un recordatorio de que con esfuerzo, pasión y cariño, se pueden lograr grandes cosas.


Ramírez de Ganuza: Donde la tradición se encuentra con la innovación

El martes, el destino nos llevará a Ramírez de Ganuza, otra bodega mítica que ha dejado una huella imborrable en el mundo del vino. Fundada en 1989 por Fernando Remírez de Ganuza, esta bodega es conocida por su enfoque innovador y su respeto por la tradición. Desde el primer día, se ha centrado en extraer lo mejor de cada racimo, utilizando técnicas revolucionarias como la selección manual de uvas por la parte del hombro y la pierna del racimo, para garantizar la máxima calidad.

Los vinos de Ramírez de Ganuza son reconocidos por su elegancia, su complejidad y su capacidad de envejecimiento. Cada botella es el resultado de un trabajo minucioso y una filosofía que apuesta por la excelencia en cada etapa del proceso. Terminar el viaje en esta bodega es como cerrar un capítulo lleno de aprendizajes, pero con la promesa de que lo mejor está por venir.


Un viaje que se parece a la vida

Este viaje no es solo una excursión a algunas de las mejores bodegas de nuestro país; es una metáfora perfecta del año que comienza. La vida es un viaje lleno de nuevos retos, de caminos por explorar, de momentos para compartir con grandes amigos. Al igual que con el vino, cada paso debe tomarse con ilusión, disfrutando del proceso y saboreando cada instante.

Empezamos este año nuevo como empezamos este viaje: con mucha ilusión y la certeza de que lo mejor está por venir. Porque, al final, la vida, el vino y los viajes comparten algo esencial: no se trata solo de llegar, sino de disfrutar del camino.


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